Razones que identifican cuál es la verdadera y única Iglesia de Jesucristo (continuación II)

Segunda parte

Razones bíblicas e históricas para ser católico apostólico y romano.

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Al leer la Sagrada Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento podemos ver un plan muy bien definido y organizado. Desde la elección de Abraham, padre de la fe, por medio del cual Dios establece una promesa: "Porque obedeciste a mi voz, yo bendeciré, por medio de tus descendientes, a todos los pueblos de la tierra" (Génesis 22,18). Pasando por Moisés, por quien Dios manifiesta su poder liberador, rescatando a su pueblo de la opresión y la esclavitud de Egipto, estableciendo la gran fiesta de la Pascua en la que se inmola un cordero el cual será el símbolo del verdadero Cordero Pascual. Continuando por los profetas quienes anunciaron a un libertador, al Mesías que ha de venir para salvar al pueblo y al mundo entero; hasta llegar, por fin, después de tantos siglos de espera, a la manifestación del Esperado: Cristo Jesús, el Mesías.

También podemos ver un gran paralelismo entre la historia de Israel y la historia de la Iglesia. *Con Abraham quien ofrece a Dios a su hijo en sacrificio, pero sin llegar a la consumación del mismo, vemos la figura del Padre que entrega a su Hijo, a su Único Hijo en un acto de amor por la salvación del mundo en la que, efectivamente, en esta ocasión el Hijo es sacrificado y muere por la redención del mundo. *La formación del pueblo de Dios en las doce tribus de Israel, hijo de Isaac, hijo de Abraham; aquí vemos la figura de la Iglesia representada por los doce Apóstoles del Cordero, Hijo eterno de Dios Padre. *La liberación del Pueblo de Dios, esclavizado en Egipto, por Moisés estableciendo la Alianza Pascual, mediante el cual se inmola un cordero en memoria de dicha liberación, con la liberación nuestra del pecado y de la muerte por el único y eterno Sacrificio de Cristo en la Cruz, cuya realidad se mantendrá viva como la nueva y definitiva Alianza en la celebración Eucarística al ser instituida por Cristo en la Última Cena -"Hagan esto en memoria mía"-. *El anuncio y el continuo recordar las promesas de Dios por medio de los profetas, e igualmente el llamado a la conversión y el anuncio del Mesías libertador; figuras éstas del anuncio constante y continuo de la Buena Nueva a todos los hombres llamándolos al arrepentimiento y la conversión al verdadero y único Dios, llamado que culminará con la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo. *El surgimiento de falsos profetas que darán falsas e ilusas esperanzas desviando al Pueblo del recto camino ya sea hacia otros dioses y/o en oposición a los verdaderos profetas de Dios; realidad ésta reflejada en el surgimiento de los falsos profetas y maestros que, infiltrándose o surgiendo desde el mismo seno de la Iglesia, engañarán a muchos apartándolos de la verdad. *La división religiosa y social del Pueblo de Israel en el Reino del Norte y el Reino del Sur; signo y símbolo de las varias divisiones que lamentablemente se darán a lo largo de la historia de la Iglesia (así, las de mayor trascendencia son: el cisma de oriente surgiendo la Iglesia Ortodoxa para 1054, y la división Protestante para inicios del siglo XVI). *Las persecuciones y deportaciones del Reino del Sur o de Judá son a su vez signos de las grandes persecuciones e injusticias que la Iglesia sufrirá a lo largo de los siglos hasta la segunda venida de Cristo.

El análisis profundo de estas realidades históricas han de llevar inequívocamente a descubrir cuál es la verdadera y única Iglesia de Cristo.

A continuación, a modo de bosquejo, daré una serie de afirmaciones con sus respectivos argumentos, pruebas y conclusiones que nos ayudarán a tener una visión mucho más clara del porqué y verdad de la Iglesia. Su razón de ser y objetivo en los planes salvíficos de la obra de la Redención.

La Iglesia no es meramente un deposito de la fe como un baúl donde se guardan las cosas, la Iglesia es una institución y una entidad viva formada por miembros vivos, cada quien en su rol desempeñando su labor conforme Dios nos ha llamado. Una Iglesia dinámica con sus propias normas y leyes, conforme a su Autor, para mantener viva y estable el anuncio del Evangelio de Jesucristo. Una Iglesia que es la nueva y definitiva Alianza pactada por Dios con los hombres por medio de su Hijo. Alianza que la Iglesia constantemente renueva en la Cena del Cordero ("Hagan esto en memoria Mía").

Este concepto de alianza es claramente expuesto por Scott Hahn en su libro "Roma Dulce Hogar", donde narra su conversión del protestantismo al catolicismo. Ante la importancia de este punto, transcribiré parte de su testimonio relacionado a esta idea de Alianza.

"Durante la semana, yo enseñaba sobre la Escritura en una secundaria cristiana, explicando todo lo referente a la alianza como familia de Dios, y mis estudiantes lo estaban captando todo. Yo les explicaba la serie de alianzas que Dios había concertado con su pueblo.

Tracé una línea cronológica que mostraba cómo cada alianza que Dios hacía era su forma de actuar para engendrar su familia a lo largo de las épocas. Su alianza con Adán tomó forma en un matrimonio; la alianza con Noé fue en una familia; con Abraham la alianza tomó forma en una tribu; con Moisés la alianza transformó las doce tribus en una nación familiar; la alianza con David estableció a Israel como una familia nacional de reyes; mientras que Cristo hizo de la Nueva Alianza la familia de Dios a nivel mundial, su familia «católica» (del griego: KatholiKos), para incluir a todas las naciones, tanto judíos como gentiles" --pág. 48-- (para quienes deseen conocer en su totalidad el testimonio de Scott Hahn y el de su esposa, el libro es: "Roma Dulce Hogar. Nuestra jornada al catolicismo", ISABEN Saez & Sons Publishing, Puerto Rico).

Ahora pasemos a bosquejar los fundamentos y argumentos bíblicos que nos llevarán a descubrir e identificar cuál es la única y verdadera Iglesia de Jesucristo. Para ello nos valdremos de los Escritos del Nuevo Testamento como documentos históricos, es decir, que aunque la Iglesia no los hubiera elevado a escritos inspirados o canónicos, su valor como fuentes de verdad histórica seguirían teniendo peso para demostrar la verdad histórica de Cristo y sus enseñanzas.


Afirmación I: La Iglesia es misionera, y como tal debe predicar el Evangelio.

Un grupo, un movimiento, un partido político, etc., con fines sociales necesita darse a conocer para poder cumplir su misión de un modo eficaz.

La Iglesia, como instrumento eficaz es la encargada por Dios de cumplir los propósitos y designios divinos en el mundo: dar a conocer el Evangelio de Jesucristo y, con ello, el establecimiento del Reino de Dios en el corazón y las conciencias de los hombres y mujeres.

Está bien claro tanto en el Catecismo de la Iglesia Católica como en la Carta Encíclica "REDEMPTORIS MISSIO" del Sumo Pontífice Juan Pablo II, que la misión de la Iglesia es el anuncio de la Buena Nueva de Salvación para todos los hombres; misión que no puede ser reducida a intereses puramente humanos.

Y es que hay una corriente de pensamiento que quiere reducir a la Iglesia como un instrumento para fines exclusivamente culturales y sociales, como escuche a uno expresarse ante un evento cultural y que confirmó mis sospechas de lo que estaba pasando en ciertos ambientes católicos. Dijo él, eufóricamente, ante la presentación de dicho evento cultural: "¡Esa debe ser la misión de la Iglesia!". De repente como que se dio cuenta de lo que había dicho y guardó silencio. Un compañero y yo nos quedamos mirando ante tal expresión. Y es que muchos quieren que la Iglesia se convierta en un agente de promoción cultural y social minimizando el anuncio del Reino de Dios, es decir, llevándolo a su mínima expresión. Si es así, la Iglesia pierde su razón de ser y se convierte en instrumento, no de Dios para la salvación del mundo, sino de los hombres para promover sus propios intereses.

Si queremos salvar, purificar y fortalecer la cultura y la vida social de un pueblo, es sólo y exclusivamente a través de la predicación y el anuncio del Evangelio de Jesucristo tal y como lo exige y manda la misma Iglesia. Cualquier intento de desviar a la Iglesia de ésta su misión, es tratar de reducirla a formas y aspectos del orden puramente humanos, lo que verdaderamente daría a Satanás un gran triunfo.

Argumento A: Es verdad bíblica que Jesucristo manda a sus apóstoles y discípulos a predicar el Evangelio por todo el mundo.

Prueba 1: "Entonces Jesús, acercándose, les habló con estas palabras: «Todo poder se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado»" (Mateo 28, 18-20a).

Cristo como hombre recibe todo el poder de realizar y llevar a cabo la obra de la Redención con la eficacia absoluta de Dios; de ahí que, con todo el derecho, tiene poder para mandar a la Iglesia a predicar y propagar el Evangelio, y comunicar a sus discípulos el poder y la autoridad necesaria y requerida para enseñar con autoridad la verdad revelada sin el peligro de que ésta sea desvirtuada.

Prueba 2: "Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes y, si beben algún veneno, no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán»" (Marcos 16, 15-18).

La predicación del Evangelio es la exposición de la Buena Nueva de Salvación, sin imposición alguna. Quien quiera aceptar o rechazar el Evangelio es el único responsable de las consecuencias que ello traerá: de vida eterna, gozo, felicidad, verdadera libertad, etc., para quienes lo acepten y vivan según la voluntad de Dios; o de desgracia eterna, desdicha, angustia, esclavitud, etc., para quienes rechacen el llamado de Dios.

Conclusión: Los textos son bien claros al manifestarnos cuál es el deseo de Cristo: dar a conocer su Evangelio, es decir, toda su Persona, y en él dar a conocer verdaderamente al Padre. Conocimiento que es confirmado de la manera más cruenta, pero a la misma vez tan cargada de amor que parece una locura: su Pasión, Muerte y gloriosa Resurrección.

Si verdaderamente sentimos y pensamos que la predicación es el medio ordinario para transmitir la verdad del Evangelio, como buenos cristianos católicos debemos prepararnos correcta y adecuadamente para ejercer y cumplir dicho mandato de Cristo, ya sea por la palabra hablada o escrita, pero sobre todo con el testimonio de vida, es decir, que nuestra manera de hablar y actuar esté de acuerdo con esta realidad. Es un 'principio dado como cierto' que si la Palabra de Dios no es anunciada, no podrá ser conocida, ni vivida, ni amada.

Argumento B: Es verdad bíblica que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Prueba 1: "Tanto amó Dios al mundo que entregó su Hijo Único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no mandó a su Hijo a este mundo para condenar al mundo, sino que por él ha de salvarse el mundo. El que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no creerle al Hijo Único de Dios" (Juan 3, 16-18).

Sólo en Jesucristo se ha revelado y manifestado Dios tal cual él es: Amor, Misericordia, Justicia... Y sólo en Jesucristo hallaremos la luz por la cual podremos acceder, con todas las garantías y seguridad, al conocimiento de la verdad total. Ningún otro fundador de religión, por muy respetable que pueda ser, no podrá garantizarnos, como Cristo lo ha hecho con su Pasión, Muerte y gloriosa Resurrección, el derecho de compartir y gozar con él de las bienaventuranzas eternas ante la presencia de Dios.

Conclusión: La prueba más grande de esta verdad es que Dios nos envió a su Único Hijo para entablar nuevamente la amistad perdida por el pecado y cerrar así el abismo que nos separaba de Él (ver Romanos 5, 6- 11). Ahora bien, esta actuación por parte de Dios requiere de nuestra parte ser correspondida, puesto que si no hay una respuesta libre y voluntaria al llamado de Dios, no nos podremos aprovechar de los grandes beneficios alcanzados por la Obra de la Redención. Dios quiere y desea nuestra salvación que no es otra cosa que vivir en, por y con Dios en el amor; amor que debe ser asumido en un acto pleno y conscientemente libre; libertad que Él no va a suprimir, por lo tanto, tiene que haber una respuesta por parte nuestra completamente libre y sincera.

Ante esta realidad se impone de una manera obligada y responsable que cada miembro de esta Iglesia debe, dentro de su estado y situación, ejercer su rol de misionero predicando la Palabra ya sea con la palabra hablada o escrita, pero sobretodo, con el testimonio de vida.

Argumento C: La Iglesia es el medio ordinario y eficaz para que la verdad que Dios quiere dar a conocer sea propagada a todos los hombres y mujeres del mundo entero.

Prueba 1: "A mí, el último de los consagrados, me han concedido esta gracia: anunciar a los paganos la Buena Noticia, la riqueza inimaginable de Cristo y hacer luz sobre el secreto de Dios, creador del universo, se guardaba desde antiguo, para que la fuerza y los poderes celestiales conocieran por medio de la Iglesia la sabiduría de Dios en todas sus formas. Éste es el designio que Dios concibió desde toda la eternidad en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Efesios 3, 8-11).

Si la Iglesia es el instrumento de Dios para comunicar al genero humano toda la verdad revelada, ¿por qué ese afán de minimizar su labor en el mundo? Cada vez que surge uno diciendo que Dios lo llamó a restaurar la verdad por tanto tiempo olvidada, está con ello manifestando que Dios se equivocó, se ha equivocado miles de veces y continúa equivocándose. Luego, Dios no es Dios.

Conclusión: Para quién quiera buscar la verdad que Dios ha querido revelar a la humanidad y la quiera hallar, dónde único la podrá hallar es en la única Iglesia que Cristo fundó. Y esa Iglesia es la que en esta colección te quiero presentar.


Afirmación II: Es una verdad que se deduce de las Sagradas Escrituras que la Obra de Dios está construida sobre roca, no sobre arena.

Había una vez un hombre que le pedía mucho a Dios que siempre lo ayudara y lo librara de los peligros. Sucedió, pues, que vino unas lluvias y todo comenzó a inundarse; las autoridades pertinentes estaban haciendo un llamado a todos aquellos que estuviesen en peligro a dirigirse hacia un refugio.

El hombre, muy terco y confiado, se dijo: «Yo confío en Dios, él me salvará.»

Cuando el agua comenzó a entrar a su casa, pasó por el lugar unos hombres en lanchas y con alto parlantes llamando para quienes aún estuvieran en sus hogares salieran para ellos llevarlos a un lugar seguro. El hombre, cerrado a razones, se decía: «Dios es misericordioso, él me protegerá».

Pero la lluvia continuaba con mayor fuerza e insistencia amenazando con destruir todo a su paso. El hombre ante la situación se ve obligado a subirse al techo de su hogar. En eso pasa un helicóptero recogiendo personas que desde sus techos les hacían señales, pero el hombre, ciego ante la realidad, se escondió para no ser visto diciéndose a sí mismo: «Dios es tan poderoso que no permitirá que me pase ningún mal.» Y concluyó diciendo: «Señor, aquí estoy para hacer tu voluntad.» Al rato vino un terrible golpe de agua y arrasó con todo el lugar.

El hombre, pues, murió ahogado. Llegando a la presencia de Dios, le dice y le reclama: «Señor, ¿cómo es posible que me hayas dejado morir? Tantos planes que yo tenía por delante, ahora todos han quedado tronchados y sin que nadie los pueda realizar.» Y Dios le respondió: «Te dejé morir, porque esa fue tu libre decisión.» «¡¿Yo, Señor?! -contesta el hombre asombrado-. Pero yo siempre he confiado en Ti. Y Tú nos tienes prometido que ante los peligros, si te invocamos con fe, Tú vendrías en nuestro auxilio y nos pondrías a salvo de todo mal.» «Es verdad -le responde Dios-, y así lo hice contigo. Si no me hiciste caso, no me eches a Mí la culpa.» «¿Pero, cuándo, Señor, fue eso que no me di cuenta?» «Tres veces te quise socorrer, y tú, por tu terquedad y el haber mal interpretado mi Palabra, no quisiste escuchar mi llamado para que te pusieras a salvo.»

Entonces el hombre cayó en la cuenta y entendió cómo es que Dios ordinariamente actúa para socorrer y salvar a los que a él se confían. La primera vez Dios le envío unos hombres alertando del peligro y llamando a las personas a ponerse a salvo en los refugios. La segunda vez Dios le mandó unos hombre en unas lanchas para que pudiera salvarse. Y la tercera vez mandó un helicóptero como última oportunidad de salvar su vida. Entonces el hombre se dio cuenta de cómo negligentemente y por torpeza, rechazó los medios que Dios le estaba enviando para salvar su vida. Pues en vez de poner pie firme en la verdad de Dios, puso su confianza en sí mismo creyendo que la estaba poniendo en Dios.

Así mismo actúan muchos cuando ponen su fe al amparo de su propio razonamiento y no bajo la tutela de la Iglesia fundada por Jesucristo.

Llegan las corrientes de la mentira, el engaño, los errores doctrinales, morales y espirituales de toda clase, y por no confiar ni prestar oídos al Magisterio de la Iglesia, se enredan y se ahogan en las intensas aguas del desorden y la confusión.

Argumento A: Las verdades reveladas, por su procedencia (Dios), han sido reveladas en su totalidad y depositadas al amparo y abrigo de una sola y única entidad, evitando así cualquier intento de anarquía y relativismo de la fe.

La Divina Revelación no ha sido dada a conocer caprichosamente y según los intereses de cada individuo (como sucede con las miles y miles de sectas que se auto-llaman cristianas, pero lo único que podrán tener de cristianismo son los dos o tres textos bíblicos que manipulan caprichosamente para sostener y apoyar sus teorías humanas), sino de un modo ordenado, organizado que asegure la estabilidad, firmeza y continuidad de las verdades de la fe. Dios nos ofrece las tablas, los medios de salvación, pero no al garete, sobre arenas movedizas, sino sobre realidades fácilmente identificables, que puedan ser descubiertas y utilizadas por todos aquellos que quieran alcanzar la vida eterna.

Prueba 1: Este es un principio muy básico y razonable. Toda construcción, para que sea verdaderamente sólida, estable y resistente a los embates de las fuerzas de la naturaleza, requiere de unos sólidos cimientos que la puedan sostener y mantener en pie. De igual manera, el hombre busca que toda organización e institución sea estable y permanente manteniendo sus principios por los cuales fueron establecidos (sistemas políticos, económicos, sociales, educativos,...). Para ello establece unas normas, reglamentos, leyes que aseguren la estabilidad, firmeza y continuidad de las mismas. Entre los organismos humanos que ayudarán a mantener la continuidad de la institución firme y estable está la junta, una asamblea, una directiva, una unión o sindicato, un gobierno político, etc., todo ello necesario para mantener el orden y evitar así la anarquía que resultaría en la destrucción de la sociedad.

Prueba 2: Si este es el proceder de los seres humanos para mantener un equilibrio social, un orden que evite la anarquía, el desorden y con ello la destrucción de la sociedad, ¿cuánto más Dios que es Dios de orden y no de desorden con relación a las verdades reveladas? Esta entidad en la que Dios ha depositado todo cuanto el hombre debe conocer y practicar para su salvación, debe aparecer ante su inteligencia con todas las garantías que aseguren, en la práctica, que la Revelación está fundamentada y asegurada contra cualquier error humano.

Conclusión: Como ha quedado establecido en la afirmación I, la predicación del Evangelio es indispensable para darlo a conocer; y para que la verdad contenida en la predicación del Evangelio no sea alterada, ni cambiada, entonces se requiere de un mecanismo efectivo y eficaz que asegure la pureza de la fe así transmitida. De esta manera entramos en el siguiente argumento.

Argumento B: Toda la Obra de la Redención para que pueda ser eficaz y cumpla el propósito de Dios, debe estar fundamentada sobre sólidos cimientos.

Prueba 1: Jesús dijo: «El que escucha mis palabras y la practica es como un hombre inteligente que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia a torrentes, sopló el viento huracanado contra la casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre la roca. En cambio, el que oye estas palabras sin ponerlas en práctica, es como el que no piensa, y construye su casa sobre la arena. Cayó la lluvia a torrentes, soplaron los vientos contra la casa, y ésta se derrumbó con gran estrépito» (Mateo 7, 24-27).

Jesucristo predicaba con parábolas o pequeñas historias o cuentos para llevar una enseñanza, enseñanzas que él era el primero en aplicársela, en dar el ejemplo. Esta parábola es sumamente importante para reforzar la verdad de la única Iglesia fundada por Cristo. Ella, la Iglesia, es el fundamento, la roca firme sobre la cual está apoyada la Divina Revelación, y contra la cual vienen a estrellarse todos los vientos y torrentes que las fuerzas del infierno lanzan contra ella, pero sin lograr derribarla. La Iglesia es el edificio firme, seguro y estable por la cual se podrá hallar la verdad que el ser humano añora y desea tanto obtener.

Quien posea la verdad total, es verdaderamente libre.

Conclusión: Si Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, hemos de suponer que Dios, Inteligencia eterna e infinita, tiene ya previsto los mecanismos y elementos indispensables para asegurar que la verdad en su totalidad llegue a todos los hombres. Suponemos, pues, que esa verdad no nos va a llegar en trocitos mezclada con mentiras e imposible de identificar, todo lo contrario. La verdad debe estar al alcance de todos, y lo razonablemente clara para ser descubierta por quienes sinceramente quieran buscarla y así la puedan hallar.

Por tal motivo, la verdad total del Evangelio de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo debe estar fundamentada, apoyada, algo así como custodiada en algo que la sostenga firmemente y a la misma vez la pueda comunicar y darla a conocer a los hombres y mujeres del mundo entero de todos los tiempos. Ese algo al cual me refiero es la Iglesia, construida sobre roca sólida la cual es base y fundamento de la verdad (1 Timoteo 3, 14-15).


Afirmación III: Es verdad bíblica que Dios es Dios de orden.

Un principio básico es que la verdad no puede habitar ni dar origen al desorden, y puedo decir que el desorden es sinónimo de confusión, de oscuridad en las ideas. Cuando decimos que una sociedad es de orden, es que ésta se rige por unas leyes, unas normas y reglamentos que aseguran una sana convivencia dando estabilidad y firmeza a todas las instituciones que la componen. Cuando falta el orden y viene el caos, la desorganización, la anarquía (donde cada quien hace lo que le da la gana) lleva a que la sociedad se tambalee, viene el derrumbe de sus instituciones (corrupción en la política pública, deterioro y destrucción de la familia, abuso de los grandes intereses económicos, etc.), hasta que la sociedad colapsa y se auto destruye.

Dios, por ser la Verdad Absoluta, no puede habitar en el desorden, ni mucho menos es origen y promotor del caos ni la confusión (todo lo contrario a como ciertos grupos religiosos y sectarios, sin darse cuenta, con sus afirmaciones contra la Iglesia que Cristo fundó, quieren hacer ver.

Pues cuando aseguran y enseñan que el cristianismo primitivo se apartó de la verdad y se corrompió, por lo que tuvo Dios que levantar a una gran cantidad de hombres y mujeres para poder restablecer lo que Él no pudo mantener ¿qué es lo que están diciendo con ello? Sencillamente, que Dios no tiene la capacidad de permanecer firme en su palabra. No actúa con orden, como Dios, sino como los hombres: precipitada y desordenadamente).

Prueba 1: "Los espíritus que hablan por los profetas obedecen muy bien a los profetas, porque Dios no es Dios de desorden, sino de paz" (I Corintios 14, 32-33).

Esta afirmación es fundamentar para apoyar las afirmaciones anteriores y establecer de una vez y por todas que Dios no actúa, no obra según el modo de obrar imperfecto de los hombres.

Argumento A: La creación se mantiene en perfecta armonía gracias a unas leyes que mantienen un orden.

Prueba 1: Desde el primer momento en el que dio inicio la expansión y el desarrollo del universo, es interesante el constatar como la ciencia ha descubierto unas leyes que han regido de un modo ordenado el desarrollo constante de la materia hasta culminar con la formación de nuestro planeta y el ulterior surgimiento y desarrollo de la vida. Toda una cantidad de posibilidades para llegar a lo que es hoy la inteligencia humana, jamás se hubiese dado por el azar, por la casualidad (ver Libro II de esta colección).

Prueba 2: La misma estructura de los organismos vivos hasta la perfecta de los seres humanos que nos ha permitido desarrollarnos de la manera como lo hemos hecho, es una clarísima evidencia de que todo está regido por unas leyes rigurosamente bien ordenadas. Tampoco en esto Nhay cabida para el azar.

Conclusión: Se sabe que las posibilidades que se han dado para llegar a lo que hoy es el universo y a lo que hoy somos son tan remotas, improbables e imposibles de darse todas a la vez para que culminara en este maravilloso y estupendo resultado, destruye por completo la teoría del azar para tratar de explicar el universo. Cualquier inteligencia, libre de prejuicios y de buscar su propio interés, puede fácilmente, aplicando correcta y razonablemente todos sus conocimientos, llegar a comprender que detrás de este orden hay una Inteligencia capaz de haber hecho todo cuanto conocemos y podemos conocer.

El orden mismo del universo es una huella, aunque remota, de la existencia de Dios y del maravilloso orden con el que rige y gobierna todas las cosas (refiero al lector a los primeros libros de esta colección).

Argumento B: La Iglesia como institución de orden y querida por Dios da estabilidad, firmeza, seguridad y certeza de que las verdades reveladas mantendrán su identidad y unidad, libres de cualquier contaminación humana.

Dios establece la Iglesia como un organismo vivo mediante la cual será anunciado el Evangelio, dándole consistencia y garantía de que la Buena Nueva llagará a todos los hombres en todos los tiempos con la claridad y seguridad que ella requiere.

Prueba 1: Gracias a la predicación viva de la Iglesia fundada por Cristo a lo largo de estos veinte siglos, y a pesar de las persecuciones, de las divisiones y herejías, de los errores y los escándalos de algunos de sus miembros, hoy podemos disfrutar y aprovecharnos eficazmente, sin contaminación alguna, de los beneficios de lo que ha sido el anuncio del Evangelio.

Conclusión: Sólo y a través de la Iglesia que Cristo fundó es posible que la verdad revelada llegue en su totalidad y verdad, es decir, sin ningún tipo de adulteración o cambio, a todos los hombres y mujeres del mundo entero y en todas las épocas hasta el fin del mundo. Negar esta verdad es aceptar que la verdad de Dios fue por fin destruida por las fuerzas del infierno; es aceptar el relativismos y consecuente anarquía de la fe y manipulación de la 'verdad'.


Afirmación IV: Es verdad bíblica que Cristo fundó la Iglesia. Su Iglesia.

En esto, generalmente hablando, hay varias teorías, dependiendo el grupo religioso que así lo enseña.

Unos dicen que Cristo no fundó una Iglesia; otros dicen que Cristo fundó la Iglesia, pero que con el tiempo se adultero y se apartó de la verdad o que de ella surgió la iglesia católica romana; otros que la Iglesia de Cristo la forman todos los que creemos en él independientemente de la congregación a la cual se pertenezca, etc. Una serie de afirmaciones que si se va a los datos que nos ofrece la historia, sin prejuicios ni fanatismos, veremos que son puros cuentos o manipulación de acontecimientos históricos como lo hace Luisa J. de Walker y otros autores tanto protestantes como no afiliados a ninguna iglesia.

Argumento A: Es una verdad bíblica que Cristo fundó su Iglesia, única y verdadera Iglesia depositaria y encargada de custodiar y dar a conocer el Evangelio de Salvación.

Prueba 1: "...y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia..." (Mateo 16, 18).

Prueba 2: "...la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre" (Hechos 20, 28).

Prueba 3: "Así, pues, Dios nos ha establecido en su Iglesia" (1 Corintios 12, 28).

Conclusión: Tanto estos tres textos como otros más especifican que, efectivamente, Cristo fundó, edificó, construyó su Iglesia como instrumento vivo que dará a conocer, guiada por el Espíritu Santo, la Buena Nueva de Salvación. Ahora bien, si Cristo edificó su verdadera y única Iglesia hacen dos mil años, en conformidad con esta realidad, no pueden ser iglesia, ni mucho menos iglesias (en plural) de Cristo aquellas fundadas por los hombres. Esta verdad es tan fuertemente comprometedora, en conciencia ante Dios y la verdad que, lamentablemente, muchos se cierran a esta realidad y continúan creyendo y propagando los disparates del origen y el porqué de las sectas e iglesias separadas en perjuicio de la unidad que Cristo pidió al Padre "Que todos sean uno... para que el mundo crea que tú me has enviado.”

De esta forma, ante el prejuicio y orgullo humano será imposible que se dé tal unión. No es culpa de la Iglesia fundada por Cristo, ni mucho menos culpa del mismo Cristo, sino culpa del egoísmo y soberbia de hombres y mujeres que por intereses ajenos al Evangelio e inspirados por Satanás, conscientes o inconscientemente, han optado por separarse de la Iglesia única de Jesucristo para establecer su propia iglesia o secta conforme a su manera de entender e interpretar la Biblia. Luego dicen ser la verdadera Iglesia de Jesucristo, y para reforzar sus mentiras dicen y aseguran que la Iglesia primitiva se corrompió y se apartó de la verdad.

Argumento B: Es verdad bíblica que Cristo fundó una sola Iglesia. Única y verdadera Iglesia de Cristo que asegurará la estabilidad y veracidad del Evangelio de Jesucristo.

Prueba 1: "...mi Iglesia..." (Mateo 16, 18).

Prueba 2: "...la Iglesia del Señor..." (Hechos 20, 28).

Prueba 3: "...en su Iglesia (1 Corintios 12, 28).

Conclusión: Una de las notas distintivas de la verdadera y única Iglesia de Cristo es el de ser UNA. Tanto el artículo la como el posesivo mi y su (en singular) indican que Cristo, efectivamente, fundó una y única Iglesia, evitando así el relativismo y la anarquía de la fe (efectos negativos por la falta de consenso como consecuencia de la falta de unidad tal y como vemos muy claramente en el protestantismo), elementos que son completamente contradictorios a la unidad pedida y exigida por Cristo. La verdad contenida totalmente en una sola y única Iglesia es seguridad y confianza de que lo que creemos los que pertenecemos a la Iglesia fundada por Jesucristo es totalmente cierto; nos garantiza cien por ciento, de frente a nuestra conciencia y ante Dios de que estamos en lo correcto, de que estamos pisando fuerte y firmemente en lo sólido.



Tercera parte:


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