Razones que identifican cuál es la verdadera y única Iglesia de Jesucristo

Por: Gerardo Cartagena Crespo

Ante la pregunta, ¿cuál es la verdadera y única iglesia de Jesucristo?, la respuesta debería ser sencilla y clara: "La verdadera y única Iglesia de Cristo es..."

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Segunda parte:
Razones bíblicas e históricas para ser católico apostólico y romano.

Tercera parte:

Primera parte

¿Podemos afirmar y asegurar que la Iglesia Católica Apostólica y Romana, es realmente la verdadera y única iglesia de Jesucristo? ¿Qué evidencias bíblicas e históricas podemos presentar para demostrar esta afirmación?

Sí, se puede asegurar que existe evidencia abrumadora para confirmar categóricamente y con toda seguridad la verdad de esta afirmación. Veamos.

NOTA. Te recomiendo las lecturas de los enlaces (palabras a color) como complemento a este artículo para una mayor profundización y entendimiento del tema.

Ante la pregunta, ¿cuál es la verdadera y única iglesia de Jesucristo?, la respuesta debería ser sencilla y clara: "La verdadera y única Iglesia de Cristo es..."

Un momento, como soy católico la respuesta lógica es la Iglesia Católica, pero el problema es que, si eres protestante de cualquier denominación, tu respuesta estará basada en tu fe, luego aparentemente no es tan sencillo ni tan claro una respuesta objetiva a la pregunta. Existe, pues, ¿una respuesta objetiva (no subjetiva) y convincente? ¿Hay manera de saber con plena  y absoluta certeza cuál es la verdadera y única Iglesia de Jesucristo?




De hecho, ¿existe una iglesia que sea de Cristo? Para dar una respuesta clara y convincente a estas preguntas, veamos qué nos dice la Biblia.

Para probar mi punto voy a utilizar como argumentos de razón dos verdades bíblicas de gran peso, que serán la base sobre las cuales apoyaré mis razones.

Argumento 1. Dios quiere la salvación de todos los seres humanos y que lleguen a la plenitud de la verdad (1 Timoteo 2, 4).

SALVACIÓN
Efectivamente, en esto consiste la esperanza del creyente, el poder alcanzar la SALVACIÓN eterna; pero este deseo universal de la salvación por parte de Dios, está condicionada a nuestra libre elección, al cooperar con Dios aceptando sus gracias y favores que, por Jesucristo, continuamente nos envía, o rechazando y dando la espalda a tales gracias.

Dios nos ha creado por amor. Porque nos amó desde la eternidad, Él que es el Amor, quiere que vivamos y experimentemos lo que es vivir en el Amor. Por eso nos ha creado con la capacidad de amar, es decir, conocerle a Él, que es amor, amarlo sobre todas las cosas haciendo su voluntad, y viviendo en su amor proyectarlo a los demás.

Ahora bien, para poder conocerle, aceptar su amor y proyectarlo a los demás, requiere de la capacidad del libre albedrío, sin el cual no es posible amar, pues el amor requiere de la voluntad de querer amar.

Esta capacidad del libre albedrío envuelve el riesgo de optar en contra del Amor y fijar la mirada hacia sí mismo y a otras cosas distintas al Amor. Esto es lo que ha sucedido con nuestros primeros padres, es decir, los primeros humanos que Dios creó, los cuales rechazan la invitación de una obediencia a su Creador basada en el amor. Es por eso la grave necesidad de retomar seriamente nuestra situación ante la vida (que es temporal y pronto llega a su fin) y la muerte (la cual es inevitable), y reflexionar seriamente sobre la vida temporal y la eterna.




NOTA. Algo de lo que debemos tener muy en cuenta para poder entender la razón por la que Dios nos ha regalado el libre albedrío (a pesar del riesgo que ello conlleva de elegir contra el bien), es el hecho de que, el libre albedrío no es otra cosa que la capacidad de elegir el bien, la bondad, el amor...; no se puede elegir el mal pues éste, en sí mismo, no existe, y nadie en su sano juicio lo elegiría, sino en el acto de optar en contra del Amor, la Bondad, el Bien. Ahora bien, en el ser humano existe un deseo innato de eterna felicidad, por lo que se dedica por todos los medios (en las bondades de la creación, en la religión, en la cultura, por medio de la política y el orden social, la economía, el arte en todas sus variantes, por medio del conocimiento filosófico y científico...) a conseguirla. Esta búsqueda de felicidad en sí misma es algo bueno y querido por Dios; el problema surge cuando esa búsqueda de felicidad se da a costa de la felicidad del prójimo y en perjuicio de éste y en contra de la voluntad de Dios y sus santas leyes. Es entonces que esa búsqueda de felicidad, que en sí misma es buena y querida por Dios, es dañada por el egoísmo y la soberbia humana.

He aquí el gran misterio del origen del mal en el mundo. Su realidad y fortaleza radica en el acto libre y voluntario de las entidades espirituales (espíritus puros, es decir no físicos, como los demonios) y humanas (hombre y mujer) quienes se prefirieron a sí mismos en contra del Amor y en contra del prójimo.


Algo que no podemos perder de perspectiva (y de hecho en muchas ocasiones ni se considera) es que el mal por sí mismo no puede existir, es simplemente ausencia parcial o completa de bien (no estoy negando la realidad del mal en el mundo, sino en sí mismo, pues éste para existir debe darse en entes libres -como los ángeles y el ser humana- con la capacidad de optar en contra del Bien, del Amor). Como la sombra que no existe, es simplemente ausencia de luz; y el frío es solamente ausencia de calor. Y es que, nadie busca el mal por el mal (nadie quiere el mal), sino que cambia el Bien Absoluto por bienes pasajeros. Y no es que dichos bienes sean malos, porque no lo son, sino que el mal consiste en un acto libre y voluntario de poner tales bienes pasajeros por encima y en contra de la Voluntad divina. La eficacia del mal en una persona y en el mundo no consiste en que sea poderoso, porque al no existir por sí mismo no posee nada, sino en la ineficacia del que debería obrar el bien.

Cuando Satanás se rebela contra Dios no es que deseaba el mal, pues éste no existía y Satanás no quería el mal (ni se lo "imaginaba"), sino un bien sin Dios y en contra de Dios, el cual creía le satisfacería plenamente pero sin necesidad del Creador. Este es el pecado de los que rechazan a Dios y desprecian sus Mandamientos. Quieren el bien, pero un bien pasajero sin Dios y en contra de Dios. Lo lamentable de esto es que, muchos de los que dicen creer en Dios no vacilan en anteponer las cosas del mundo por encima de Dios.


NOTA. De esta realidad podemos comprender, o se debería comprender el porqué de la existencia de los males en el mundo. Es así que, el argumento ateo en contra de la existencia de Dios basado en los innumerables males que hay en el mundo, es prueba en ellos de prejuicios, ignorancia o malicia.

Ante la pregunta: si Dios existe, es tan bueno y todopoderoso, ¿por qué no erradica el mal y sus consecuencias del mundo? Si hoy existe el mal es porque Dios no existe, dicen y aseguran los ateos. Entonces, ¿Dios debería erradicar el mal del mundo para probar que sí existe? ¿Qué opinas tú?

El problema de mal es uno de los escollos de difícil superación y comprensión para muchos. Entonces, ¿cuál debe ser la respuesta del creyente cristiano? Existen tres alternativas por las que Dios puede erradicar el mal del mundo.

1. Eliminando del ser humano su libre albedrío, su conciencia, su raciosinio, es decir, convertir al ser humano en un simple animal. Como vemos y, según lo dicho más arriba, esto Dios no lo va a hacer; iría en contra de sus decretos eternos e inmutables.

2. Destruyendo o quitándole la vida a todos los seres humanos; acabar con la raza humana de sobre la Tierra. Esto Dios sí lo va a hacer, pero al final de los tiempos, cuando Jesucristo venga a juzgar a vivos y a muertos.

3. La tercera alternativa Dios la está ya llevando acabo desde el comienzo de la humanidad, al darle al ser humano la conciencia y la capacidad de obrar el bien en beneficio propio y, sobretodo, el de los demás; al revelarse y entregar los Mandamientos escritos a su Pueblo y para la humanidad; y en su Hijo Jesucristo, la gran revelación final y eterna, la Ley del amor mutuo y el perdón basado en la caridad.

Existen miles de entidades cristianas (católicas, ortodoxas y protestantes) dedicadas a la erradicación de las injusticias (provocadas por la maldad humana que le ha dado la espalda a Dios) en beneficio de los más necesitados. Y entre todas ellas, la que abrumadoramente contribuye al bien del mundo es la Iglesia Catolica.

Para los que acusan a la Iglesia de ser la mayor enemiga de la humanidad, es mejor que vean estas estadísticas:


La Iglesia Católica es la mayor organización humanitaria del mundo


Los beneficios de la Iglesia Católica al mundo - vídeos en inglés con sub-español

Esos que atacan y se llenan la boca de odio contra Dios y los cristianos, ¿estarán contribuyendo con algo a estas entidades cristianas (y algunas no cristianas y no religiosas) para ayudar en la erradicación de estas injusticias? Si eres de los que criticas y condenas pero no ayudas en nada... sería mejor que reflexionaras en todo lo hasta aquí dicho.


En esto consiste la salvación, el optar por Dios-Amor el cual se nos ha revelado por Jesucristo quien, por su Muerte y Resurrección nos ha redimido y ha cerrado el abismo de enemistad que nos separaba de Dios.




JACULATORIA

QUE LA PRECIOSISIMA SANGRE
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
NOS LIBERE, LIMPIE Y
PURIFIQUE DE TODO PECADO.

SEA NUESTRO ESCUDO, 
REFUGIO Y FORTALEZA
CONTRA EL MALIGNO.


El aceptar a Jesucristo como mi único Señor y Salvador a quien accedo de una manera plena y total por el Bautismo (Romanos 6, 4; Gálatas 26-28) recibo de Él, en su Iglesia, la salvación y la plenitud de la verdad.

Y qué es la VERDAD?

El Beato puertorriqueño Carlos Manuel Rodríguez, en su ensayo sobre La Verdad nos lo explica muy bien (ver enlace).

Lo primero que tenemos que considerar, para poder llegar al conocimiento pleno de la verdad, es que la verdad relativa es una mentira pues, ¿cómo dos ideas contradictorias pueden ser verdad? Por ejemplo, si soy cristiano mi fe, en la Obra de la Salvación, se fundamenta en que he sido redimido por Jesucristo y en Él y sólo en Él he de alcanzar la salvación eterna, en contra de la doctrina de la reencarnación, la cual enseña que es el ser humano quien se salva a sí mismo; por consiguiente, un cristiano que cree en la reencarnación automáticamente y según la naturaleza del cristianismo deja de ser cristiano, puesto que ambas creencias se destruyen mutuamente.

Hay quienes, con el intento de justificar su libertinaje, que identifican erróneamente con la libertad, dicen y aseguran que la verdad absoluta no existe porque ata las ideas y, en cierta medida, esclaviza los actos en una sola dirección impidiendo el libre ejercicio de los mismos. Para ellos verdad y mentira andan juntos, de la mano, y se confunden en un abrazo "armonioso" del cual no se pueden distinguir.

Esta idea es un sofisma que busca justificar el comportamiento desordenado en contra de la voluntad de Dios (la cual siempre busca nuestro bien). ¿Qué son las leyes de tránsito, sino un intento de las autoridades del Estado para procurar nuestro bien personal, el de nuestros acompañantes (familiares, amigos) y el de los otros cunductores? Estas leyes no son para molestarnos ni mucho menos esclavizar nuestras libres acciones en las carreteras, sino más bien, ayudarnos a conducirnos responsablemente en beneficio del bien común.

Esto mismo es lo que busca las leyes divinas fundamentada en la verdad absoluta, que nuestro comportamiento se regule tanto en beneficio propio y, sobretodo, hacia los demás.



Quien vive de espaldas a la Ley de Dios impresa en la conciencia y niega la Verdad Absoluta, es esclavo de aquello a lo que se ha entregado (poder, sexo, alcohol, drogas, materialismo, supersticiones...), por consiguiente vive una mentira y, lo peor del caso, que es voluntario. Ante esta situación, lo sensato y verdadero es reflexionar sobre el significado de la vida.

Argumento 2. Dios es Dios de orden y de paz (1 Corintios 14, 32-33).

Este es uno de los atributos divinos sobre el cual se fundamenta la verdad absoluta, sin la cual no es posible llegar a un conocimiento pleno de la verdad (no solamente en el plano religioso, sino también en la Ciencia, la Historia, Sociología y todas las formas y métodos del saber humano).

El orden es la base de la paz, la cual genera, en quien la recibe, confianza y seguridad en quien la proyecta. De aquí la certeza del verdadero creyente (el que se esfuerza por vivir según la voluntad de Dios) de que lo que Dios le ha revelado (por la Divina Revelación) es del todo cierto.

Entre los enemigos del Orden divino está el de creer que todas las religiones o iglesias (en el caso del cristianismo) son verdaderas y totalmente buenas. Las religiones no pueden ser todas verdaderas, puesto que se contradicen en puntos fundamentales de la fe. Las religiones sí tienen elementos de verdad y bondad dadas por Dios para que, por medio de ellas y con la ayuda de Dios, los que viven de buena fe lo que ésta enseña (aquellos a quienes todavía no les ha llegado el Evangelio, por lo que, sin culpa lo desconocen) alcancen la salvación.

En el Cristianismo el enemigo número 1 del Orden divino es... No, no es la Iglesia Católica, como creen y propagan sus enemigos. El enemigo número uno que ha llevado a un enfrentamiento de guerras y odios entre cristianos y que, por lo tanto, ha sido el más grande y grave impedimento para que el mundo crea y se convierta es la DIVISIÓN (ver este vídeo por Fernando Casanovas, ex-pastor pentecostal), el desmembramiento del Cuerpo de Cristo (ver Juan 17, 18-23).

Uno de los problemas más grave del protestantismo es que, con su doctrina anti-bíblica de la libre interpretación de la Biblia (ver 2 Pedro 1, 20; 3, 16) lleva en sí mismo el virus de la división y la discordia.

Ver: El vandalismo de la Biblia

Por consiguiente, el protestantismo es radicalmente opuesto a la manifestación del orden divino con relación a una sola y única Iglesia.

¿Podrán los protestantes, ortodoxos (que también están divididos)... argumentar bíblicamente que la división es fruto del Orden divino? Si no pueden, ¿por qué continúan apoyando la división?

El orden, como atributo divino, nos asegura que la Buena Nueva de la Salvación fundamentada en la verdad, nos va a llegar en toda su integridad, no fragmentada como vemos en el protestantismo.

Si Dios es Dios de orden y de paz y quiere que todos los seres humanos se salven y, sobretodo, quiere que lleguemos a la plenitud de la verdad, ¿cómo se dará a conocer esa verdad de modo total e integra? He aquí la gran pregunta y he aquí la gran respuesta:





Razón I. La única Iglesia de Jesucristo

Hemos visto, desde la Sagrada Escritura, tres verdades fundamentales que nos ayudarán a descubrir cuál es la verdadera y única Iglesia de Jesucristo. Estas son la salvación y la verdad completa como requisitos indispensables para acceder y estar en comunión con el Dios verdadero; y el orden divino que vincula ambas verdades (salvación y verdad) bajo una sola y única realidad o entidad. Esto es así porque el mismo ORDEN  y la PAZ exigen que haya un perfecto vínculo de unidad en los designios divinos. Sin esta unidad perfecta, la salvación y la verdad se mezclan y se contaminan con el error (como de hecho sucede en el protestantismo, pues sus innumerables divisiones atestiguan esta realidad; si creyeran realmente en lo que hizo Martín Lutero como obra de inspiración divina, ¿por qué no se unen a la iglesia que él fundó? "Ah, es que también se equivocó en muchas doctrinas". Y es así que perpetúan la división en contra del orden establecido por Dios).

Ahora bien, ¿dónde mirar y buscar la salvación en la plenitud de la verdad?

Ante esta pregunta muchos pensarán en la Biblia como única fuente de la divina revelación, sin la cual no hay forma de acceder a ella. Es decir, para ellos la plenitud de la verdad está encerrada en un Libro, fuera de ahí Dios no ha revelado nada más. Si es así Cristo debió haber mandado a sus Apóstoles a escribir todo cuanto él dijo e hizo, pero la verdad bíblica es que Cristo mandó a sus Apóstoles a anunciar la Buena Nueva predicandola, no escribiéndola.

En el Evangelio de San Juan se dice claramente que, "Jesús dijo e hizo tantas cosas que si se escribieran una por una, creo que no habría espacio en el mundo para tantos libros" (Juan 21, 25). Con esta afirmación que parece exagerada, el evangelista nos asegura que no todo lo que hizo Jesús está contenido en la Biblia.

Y esa parte que no está en la Biblia, ¿dónde está? Es San Pablo quien nos da la clave para saber dónde Dios ha depositado la verdad en su totalidad. En Efesios 3, 8-12, leemos:

"A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar (no escribir) a los gentiles la insondable riqueza de Cristo, y esclarecer (predicando de viva voz, pues aún no existía el Nuevo Testamento) cómo se ha dispensado el misterio escondido desde siglos en Dios, creador del universo, para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a los principados y a las potestades en los cielos, MEDIANTE LA IGLESIA, conforme al designio eterno realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro,..."

Y para clarificar quiénes son los llamados en la Iglesia para dar a conocer "la multiforme sabiduría de Dios", es nuevamente San Pablo quien nos lo indica: "Que todos, pues, vean en nosotros (apóstoles y presbíteros) a servidores de Cristo y encargados de las obras misteriosas de Dios" (1Corintios 4,1).

Y como una confirmación de esta autoridad apostólica, San Palo nos continúa dando más luz, cuando al dar sus últimas recomendaciones a los presbíteros (Hechos 20, 17ss.) les dice: "Cuídense ustedes y todo el rebaño (la Iglesia) a cuya cabeza los ha puesto el Espíritu Santo como obispos para apacentar la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre" (Hechos 20, 28).

Luego es mediante y por medio de la Iglesia (no de sola la Escritura) que el mensaje de la Salvación en Cristo debe ser anunciada, para que la plenitud de la verdad llegue a quienes realmente la buscan, y así la puedan hallar.

Y en otra parte, nuevamente San Pablo nos asegura y da testimonio de que la Iglesia es, "la casa de Dios vivo, base y columna de la verdad" (1 Timoteo 3, 15).

Si la Iglesia es la base y columna de la verdad, biblicamente hablando, es en ella y sólo en ella que hallaremos la verdad completa. Luego, desde la misma Biblia, según la teología protestante de solo la Escritura, andan errados quienes buscan la plenitud de la verdad solamente en la Biblia. La Biblia es verdadera, pero no posee la plenitud de la verdad; los mismos textos arriba leídos así lo indican.

Esta verdad se entiende a la luz del orden divino reflejado en la unidad de la única Iglesia de Jesucristo, unidad exigida por el mismo Cristo: "Tengo otras ovejas que no son de este rebaño. A ellas también las llamaré, y habrá un solo rebaño bajo un solo pastor" (Juan 10, 16).

A todo esto, se debe contestar las siguientes preguntas: el cristianismo, ¿está cumpliendo con la Voluntad salvifica de Dios? En términos generales sí. ¿Está el cristianismo proyectando y dando a conocer al mundo la plenitud de la verdad? Lamentablemente NO. La división interna del cristianismo no solamente no está proyectando la verdad, sino que es un terrible obstáculo a la misma verdad, por eso el mundo no cree. De aquí que el cristianismo, ante el mundo, no es ni puede ser signo de orden, sino de desorden y confusión. Por consiguiente el cristianismo no está cumpliendo con dos designios divinos: la verdad plena y el orden.

Luego ante este terrible panorama, ¿Dios fracasó? No. ¿Entonces? Dentro del cristianismo existe una y única Iglesia que, según las promesas de Jesucristo, está cumpliendo con las tres características divinas de a) anuncio de la salvación, b) poseedora de la plenitud de la verdad y c) en un perfecto orden que mantiene el anuncio de la salvación y la propagación de la verdad en una unidad de tal manera ordenada que puede ser fácilmente identificada para los que, de buena voluntad, la buscan. Y ¿cómo se puede identificar esa Iglesia dentro del desorden y la confusión en el que el ser humano ha convertido el cristianismo? De la siguiente manera:

Este signo de unidad tiene que darse en dos dimenciones o características propias de la Iglesia de Jesucristo: ESPACIO y TIEMPO.

ESPACIO. "vayan por todo el mundo, hasta los confines de la tierra, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos." Este envío que hallamos en los Evangelios y el primer capitulo de los Hechos, nos indica el deseo de Jesucristo de que, la Buena Nueva de Salvación basada en la plenitud de la verdad, llegue a todos los seres humanos del mundo entero.

Desde el envío divino de anunciar la Buena Nueva, la Iglesia no ha dejado de anunciar el Evangelio de Jesucristo. Éste ha ido penetrando, aunque poco a poco, a los diversos estados de la sociedad y la cultura influyendo positivamente en la vida individual y colectiva de quienes han aceptado el Mensaje de la Salvación.

Hoy en día, y desde hacen varios siglos, la presencia de la Iglesia de Cristo se ha dejado sentir en todo el mundo. Su universalidad es signo visible de la presencia de Dios en el mundo para aquellos que, de buena voluntad lo buscan y así lo puedan hallar.

Hay congregaciones y sectas que aseguran haber alcanzado el estatus de universalidad, como me dijo un testigo de Jehova.

Pero no es el haber alcanzado tal estatus en estos últimos tiempos, es el haber estado presente a lo largo de estos dos mil años de presencia cristiana anunciando el Evangelio, es como se demuestra la universalidad de la verdadera Iglesia de Jesucristo. Con esta realidad entramos en la otra característica que distingue a la verdadera Iglesia de Jesucristo, su presencia en el...

TIEMPO.  En el Evangelio de Mateo 28, 20, Jesús da esta promesa, que es promesa divina y, por ello, infalible: "He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo".

Esta promesa divina es fundamental a la hora de identificar cuál es la verdadera Iglesia de Jesucristo.

Él promete estar con su Iglesia "todos los días", es decir siempre (que no la abandonará), desde su fundación y envío y a lo largo de los siglos, hasta el fin del mundo. (Este tema lo ampliare más adelante).

Por consiguiente y según estas verdades bíblicas, la verdadera y única Iglesia de Jesucristo es la Iglesia que Él mismo...

Conclusión. Toda la evidencia aquí expuesta nos indica que, sólo y exclusivamente, para que la plenitud de la verdad del Evangelio llegue en su forma íntegra y ordenada, debe hacerlo por medio de una institución creada por Dios en Cristo, que no es otra cosa que la Iglesia.




RAZÓN II. LA IGLESIA QUE CRISTO FUNDÓ

Hay quienes aseguran que Cristo no fundó una Iglesia; otros aseguran que Cristo sí fundo la Iglesia, pero que, con el correr del tiempo se fue corrompiendo, adulterando la doctrina hasta apartarse de la verdad; otros insisten que la Iglesia de Jesucristo la componen todos los que creen en Cristo y confiesan su nombre, independientemente de la congregación a la que se pertenezca... Y así hay varias teorías para escoger la mejor que convenga, y no la que le ha parecido a Dios en su modo ordenado de obrar, para que la Salvación llegue sobre la base de la verdad plena.

Para ver cuál teoría se ajusta al plan divino sobre el fundamento del orden y la paz, estudiemos y analicemos los siguientes argumentos:


ARGUMENTO A. FUNDACIÓN DE LA IGLESIA

El primer problema que debemos resolver en la identificación de la verdadera y única Iglesia de Cristo, es dejar claramente establecido si realmente Jesús fundó la Iglesia.

Prueba i. Mateo 16, 18, Jesús le dice a Simón: "No te llamarás más Simón, sino Kefas (Cefas), y sobre esta Kefas edificaré mi Iglesia..."

Fíjense como Jesucristo, luego de la profesión de fe de Simón (ver versículos anteriores), le cambia el nombre por el de Kefas o Cefas (arameo - piedra, roca. Es de saber que en arameo no existe las variantes del griego: petros - petras. En el tema de la jerarquía explicaré este punto) prometiendo que sobre esta Kefas (Simón) va a edificar Su Iglesia.

Vemos en este texto una clara manifestación y deseo divino de hacer, construir, fundar la Iglesia (eso es lo que quiere decir edificar). Luego según el designio divino por el que, de modo ordenado se nos va a hacer llegar el mensaje de la Salvación sobre el fundamento de la verdad plena, radica en la institución de la Iglesia. Esta Iglesia que, como hemos visto más arriba, será "la que manifestará la sabiduría escondida en Dios" a todo el mundo, por medio de los apóstoles dispensadores de esta gracia.

Prueba ii. Hechos 20, 28: San Pablo aconseja a los presbíteros de la Iglesia: "Cuídense ustedes y todo el rebaño (la Iglesia) a cuya cabeza los ha puesto el Espíritu Santo como obispos para apacentar la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre".

Si analizamos la última parte del versículo "la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre", veremos en ello que fue en la Cruz del Calvario, mediante el derramamiento de la sangre de Jesucristo, que la Iglesia nace, y según el Catecismo de la Iglesia Católica, del Costado abierto de Cristo en la Cruz.

La Iglesia que él adquirió con su propia sangre indica que, son todos aquellos quienes por el bautismo, son sepultados con Cristo para resucitar con él (Romanos 6, 4; Gálatas 3, 26-28).

Así es como nace la Iglesia; así es como Jesucristo funda, construye, hace, edifica su Iglesia. Luego, si analizamos bien esta verdad bíblica, la respuesta a la pregunta, ¿cuál es la verdadera y única Iglesia de Cristo?, la respuesta es clara y sencilla: la verdadera y única Iglesia de Cristo es... la que él mismo fundó en la Cruz del Calvario.

Claro, esta respuesta aún no nos dice de modo directo cuál, entre tantas, es realmente la de Cristo, pero nos deja entrever con bastante claridad cuál es.

La conclusión a este argumento es que, si he de buscar la verdadera Iglesia de Jesucristo, debo ampararme en esta verdad bíblica: la verdadera y única Iglesia de Jesucristo es la que él mismo fundó por medio de su sangre en la Cruz. 


ARGUMENTO B. MISIÓN DE LA IGLESIA

Si Jesucristo instituye, funda su Iglesia, es porque ella va a ejercer una función de vital importancia en la Obra de la Salvación.

Prueba i. Si Dios es un Dios de orden y de paz, como ya hemos visto, es lógico y de sentido común que la transmisión de tal Obra se realice mediante un organismo que sea capaz de cumplir con tal encargo dentro de los parámetros del orden divino, no según los parámetros humanos que tienden al desorden y la división.

Prueba ii. La Obra de la Salvación es para todo el mundo, hasta el último día. Por eso es que Jesús envía a sus Apóstoles y discípulos a todas las naciones a hacer discípulos y testigos suyos, para que crean y se bauticen todos aquellos que, escuchando esta Verdad, se conviertan y se salven. ¡Esta es la misión fundamental de la Iglesia, dar a conocer el Evangelio de la Salvación de Jesucristo y en Jesucristo.

No es como manifestó un sacerdote a quien escuché, quien, entusiasmado ante un evento cultural (música, bailes folclóricos y demás eventos culturales), dijo que esa debería de ser la misión de la Iglesia. Un compañero y yo nos miramos ante tal expresión desatinada, y que demuestra el pensamiento moderno de muchos católicos.

La cultura de un pueblo es algo bello e indispensable para el desarrollo emocional y sana convivencia de una nación, pero esa no es la misión fundamental de la Iglesia, sino el anuncio de la Buena Nueva y, con este anuncio, irradiar y purificar, elevar y cristificar la cultura al cristificar la mente y los corazones de quienes la viven y la fomentan.

Prueba iii. El establecimiento de la nueva y defititiva Alianza entre Dios y la Humanidad y la constante y continua renovación de la misma.

En el Antiguo Testamento Dios estableció Alianza con su Pueblo, pero este Pueblo le fue infiel. Por eso Dios promete, con el establecimiento de la era mesiánica (anunciado por medio de los profetas), el establecimiento de una Nueva y Eterna Alianza, no ya con un pueblo en particular, sino con la Humanidad.

Esta Nueva Alianza Dios la establece por medio de su Mesías, su Hijo encarnado quien, en la Última Cena, la lleva acabo por un pacto de sangre, su misma sangre:

Jesús, tomando "la copa después de cenar dijo: Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la beban, háganlo en recuerdo mío" (1 Corintios 11, 25).


ARGUMENTO C: PERMANENCIA DE JESUCRISTO EN SU IGLESIA, LA QUE ÉL FUNDÓ.

Este argumento es fundamental a la hora de identificar la verdadera y única Iglesia de Cristo.

Dios, que quiere que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad plena, hará que estas realidades de su plan divino, se lleven acabo en un orden (o sea de modo ordenado). Sólo una institución capaz de mantener este orden (con la asistencia del Espíritu Santo) será capaz de conseguir este objetivo. Y esa institución, como hemos visto, es la Iglesia.

Y este orden se manifestará en la Iglesia en su envío, la promesa de la presencia permanente de Jesucristo y su manifestación en el mundo.

Prueba i. El envío: "Vayan por todo el mundo, hasta los confines de la tierra, y hagan discípulos y testigos míos a todos los pueblos; bautisenlos y enseñenles todo lo que yo les he enseñado a ustedes" Mateo, Lucas, Hechos.

El hecho de que Jesucristo haya dado a la Iglesia la potestad y la misión de anunciar el Evangelio "a toda la creación", nos indica una presencia y permanencia constante y continua de Dios, Uno y Trino, a lo largo de toda la historia de la Iglesia. 

Prueba ii. La promesa: "He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo" Mateo 28, 20.

Esta prueba nos deja ver cual es la verdadera Iglesia de Jesucristo. Si él promete a sus apóstoles y demás discípulos que estaría con ellos todos los días (desde el día que los envía a evangelizar -siglo I-) hasta el fin del mundo (siempre), el sentido común y la lógica nos dicta que, la verdadera y única iglesia de Jesucristo, históricamente y a lo largo de estos veinte siglos, es la que ha estado anunciando este Evangelio, y ¿cuál es esa iglesia?

Prueba iii. La división - signo de las "iglesias" que no son de Cristo.

"Hermanos, les ruego que tengan cuidado con esa gente que va provocando divisiones y dificultades al enseñarles cosas distintas de las que ustedes han aprendido; aléjense de ellos, porque esas personas no sirven a Cristo nuestro Señor, sino más bien a sus propios vientres, y con palabras suaves y agradables engañan los corazones sencillos” (Romanos 16, 17-18).

¿Quién se separó de quién?
La respuesta sincera y correcta a esta interrogante dará luz para descubrir cuál es realmente la verdadera y única Iglesia de Jesucristo.

Si establecemos que la única y verdadera Iglesia de Jesucristo es la  que Él fundó, ello quiere decir que el Espíritu Santo, por boca de San Pablo, nos está advirtiendo que desde dentro de la Iglesia surgirán hombres y mujeres que, no conformes con la verdad y realidad de la Iglesia, se apartarán de ella provocando divisiones y dificultades las cuales desembocarán en terribles luchas y conflictos que terminarán por desprestigiar, en gran medida, la fe cristiana. ¿Y quiénes son esos que se han separado de la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo provocando divisiones y dificultades?

Ante esta realidad, San Juan nos aclara y advierte que, “muchos anticristos han aparecido,... Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros” (1 Juan 2, 18-19).

Es interesante constactar que no fue la Iglesia Católica la que se separa de..., Sino los protestantes que se separan de la Iglesia Católica. 

Luego el sentido común y la lógica nos dicta que, los anticristo, los que han salido de la Iglesia Católica, fueron los protestantes.

Jesús nos da la clave del por qué la intención satánica de dividir la Iglesia. En la oración sobre la unidad que dirige al Padre vemos las consecuencias tanto de la unidad como de la división y desunión: "Qué todos sean uno como tú, Padre, estás en mí, y yo en ti. Sean también uno en nosotros: así el mundo creerá que tú me has enviado" (Juan 17, 21). Jesús  muy bien sabía que la división iba a ser uno de los más grandes obstáculos para su Obra de Salvación.

Por tal motivo deja establecido bien claro que uno de los requisitos para que sea conocido en todo el mundo es la unidad cristiana. Los que están fuera de la fe cristiana no mirarán al cristianismo como una sola Iglesia, sino un conjunto de denominaciones cristianas discutiendo por cuál es la verdadera Iglesia de Jesucristo. Discusiones que en muchas ocasiones terminan en peleas, guerras y manifestaciones de odio, todo lo contrario a lo que Cristo enseñó. Si hoy el cristianismo no tiene suficiente poder de convencimiento es debido, mayormente, a estas divisiones que nada aportan al Evangelio de Jesucristo, y que Satanás muy bien ha sabido aprovechar.

Ahora bien, ¿cómo conseguir la unidad cristiana? No cualquier unidad como hacen los protestantes que se agrupan en concilios y en movimientos, pero aún se mantienen divididos en materia de doctrina, moral y espiritualidad. La unidad que Cristo pide es la substancial: "Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí, y yo en Ti. Sean también uno en nosotros", es decir, relativa a la del Padre con el Hijo, y de la que nos habla San Pablo: "Sean un cuerpo y un espíritu, pues al ser llamados por Dios, se dio a todos la misma esperanza. Uno es el Señor, una la fe, uno el bautismo". Esta es una unidad de doctrina, de moral y de espiritualidad (unidad formal). La unidad material es la que abarca a todo el mundo y en todos los tiempos. Ambas formas de unidad tienen que darse en la única Iglesia fundada por Jesucristo. Cualquier otro intento de unidad donde falten esos principios fundamentales (formal y material), no es verdadera unidad.

Para alcanzar la unidad que Cristo nos pide hay que ser humildes y reconocer nuestra fragilidad mental y nuestra incapacidad de llegar a la verdad total por nuestras propias fuerzas, dejando al Espíritu Santo que sea él quien nos guíe e ilumine el sendero correcto y adecuado para lograr realizar dicho deseo de Cristo. Dejar atrás nuestros prejuicios religiosos que ofuscan el entendimiento y razonamiento, pues no nos dejan ver más allá de nuestros propios intereses personales; intereses que son alimentados por nuestra soberbia de querer mantener a como dé lugar nuestras posturas, y este orgullo que no nos deja reconocer nuestros errores y limitaciones.

Pero sucede que a pesar de este llamado los protestantes seguirán halando para su lado, los ortodoxos y anglicanos harán lo mismo, y las demás sectas seguirán defendiendo sus posturas, y así, humanamente hablando será imposible que se dé dicha unidad convirtiéndola en una utopía. Aunque, gracias a Dios, lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.

Así, pues, confiado en el poder de Dios y en el deseo de Cristo de alcanzar dicha unidad para que sea conocido y aceptado como el único  Dueño, Señor y Salvador del mundo entero, voy a poner mi granito de arena, y a modo de bosquejo presentaré las razones o 'motivos de credibilidad' bíblicas e históricas que tenemos los católicos para fundamentar nuestra postura y posición como la verdadera y única Iglesia de Jesucristo.


Segunda parte:
Razones bíblicas e históricas para ser católico apostólico y romano. Toca aquí para continuar leyendo.


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