Últimas recomendaciones de Jesús a sus Apóstoles

Por Gerardo Cartagena Crespo




La narración que sigue a continuación aunque, literalmente hablando, no está en la Biblia, la doctrina contenida en ella sí es bíblica (se insertarán textos bíblicos para respaldar y fundamentar la verdad que se va a transmitir). Con ello he unido en una sola narración la doctrina bíblica sobre la única y verdadera Iglesia de Jesucristo y su unidad, más la autoridad que ella posee (en sus dirigentes) de ser la legítima portadora y propagadora del Evangelio completo, es decir, en toda su dimensión: doctrinal, moral y espiritual. Ninguna otra iglesia, fuera de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, podrá hacer para sí este tipo de argumentación.

Nota. Importante tener Biblia y buscar los textos citados para confirmar bíblicamente lo dicho.
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Encontrándose los apóstoles de Jesús, junto con María su Madre, reunidos en oración y regocijo por la resurrección de su Maestro y Señor, Él se les aparece para darles unas últimas recomendaciones e instrucciones.

--Queridos amigos. La paz esté con cada uno de ustedes. Hoy he venido para advertirles de lo que ya les he dicho. Que vendrán falsos profetas y maestros, es decir, hombres que en mi nombre los querrán apartar de mi camino (Mateo 24, 4-5). Estén alertas para no tropezar y caer. Manténganse fieles en mi rebaño y atraigan a él las ovejas descarriadas (Juan 10,16), y nunca se aparten de él (1 Corintios 16,13; Gálatas 1,6-9).

Acercándose a su madre con una hermosa sonrisa, la abraza, mientras tanto Ella recuesta su cabeza sobre su pecho. Él, dirigiendo su mirada hacia sus apóstoles, les continúa diciendo:

--Yo los he elegido a cada uno de ustedes, de entre muchos otros (Marcos 3, 13-19), para prepararlos de un modo especial a la misión que les voy a encomendar. Sobre ustedes (Apocalipsis 21, 14; Efesios 2, 20) he fundado e instituido mi Iglesia (Mateo 16, 18; Hechos 20, 28) como fundamento de la verdad total (1 Timoteo 3, 14-15) que les he traído, para que a través de ella den a conocer la sabiduría del Padre que había mantenido escondida en su Hijo desde la eternidad y que ahora es dada a conocer por medio de ustedes, mi rebaño, mi iglesia (Efesios 3,10-11) para que Dios sea en la Iglesia glorificado por siempre por todas las generaciones (Efesios 3,21).

»Verdad que deberán propagar por todo el mundo, a toda la creación (Mateo 28, 18-20; Marcos 16, 15-20; Hechos 1,8). Pues quiero que todos los hombres se salven y lleguen a la plenitud de la verdad (1 Timoteo 2, 4).

Pedro tomando la palabra le dice:

--Señor. Gran misión y gran responsabilidad nos das para que la llevemos a cabo y la cumplamos (Lucas 5,10). Pero qué somos nosotros, simples mortales, para cargar sobre nuestros hombros una misión de tan gran envergadura y que quizás nuestras debilidades humanas nos impidan llevarla como tú quieres que sea llevada.

--Pedro, Pedro. Que corto de mente eres. ¿No te acuerdas que el Padre te ha elegido para ser cabeza y fundamento de mi Iglesia? (Mateo 16, 15-17). Pues bien, te lo vuelvo a recordar. Al darte las llaves de mi Iglesia, te he dado la primacía sobre ella (Mateo 16, 19a). Más el poder de atar y desatar (Mateo, 16, 19b), es la autoridad que tienes, como maestro y pastor, de enseñar, dictaminar y legislar para bien del rebaño que te he encargado (Juan 21, 15-17). Acuérdate que todo lo que dictamines y legisles (atar y desatar) será respaldado por Dios (Mateo 16, 19b). Pero para que no te sientas solo con dicha carga, también a cada uno de ustedes --mirando a cada uno de sus apóstoles-- les he entregado el poder de atar y desatar (Mateo 18, 18) para que, junto a Pedro, pastoreen y cuiden mi Rebaño. Y para que las decisiones que tomen no sean meras decisiones humanas les vuelvo a repetir que recibirán de lo alto al Espíritu Santo que les hará recordar todas mis palabras (Juan 14, 25-26), y les enseñará todas aquellas verdades que no les he revelado, porque no las pueden entender ahora, pero más tarde sí las entenderán y las enseñarán a toda la Iglesia (Juan 16, 12-13b).

Otro de los Apóstoles, acercándose a Jesús, le pregunta.

--Señor, ¿qué debemos hacer cuando venga uno a enseñar cosas distintas de las que tú nos has enseñado? (2 Timoteo 4, 1-5).

Jesús le responde.

--No se dejen llevar por las apariencias ni por las muchas palabras, pues muchos vendrán en mi Nombre pretendiendo tener una autoridad sobre mi Palabra que yo no les he dado y que ellos mismos se han adjudicado. Por eso, cuando vean a uno hablar y enseñar cosas distintas de las que ustedes, en mi Nombre, han estado enseñando, llámenle la atención una y dos veces. Si aún así no le hacen caso a ustedes llámenlo al pleno de la Iglesia. Si con todo y eso no hace caso y persiste en su error, sepárenlo de la Iglesia (Mateo 18, 15-17) no sea que su veneno invada a los de mente más débiles. Les digo, aléjense de los que así actúan (Romanos 16, 17-18). Les aseguro, pues, que quien a ustedes escucha, a mí me escucha, y quien a ustedes rechaza, a mí también me rechaza (Lucas 10, 16; Mateo 10, 40).

»"Yo los he constituido a ustedes cabezas y columnas de esta mi Iglesia (Hechos 20, 28; Apocalipsis 21,14; Efesios 2, 20), para que el mundo vea en ustedes la obra de la Redención que he realizado por amor a la Humanidad entera (Mateo 13, 31-32). Por eso, no oculten la luz (Mateo 5, 14-16) de la verdad que he encendido en ustedes, ni se podrá esconder este edificio (Mateo 5, 14) que he edificado con la Sangre que he derramado (Hechos 20, 28). Y sepan que muchos querrán destruir esta obra (Hechos 20,29-30; 1 Timoteo 4,1-2; 1 Juan 2,18-19), y otros muchos creerán que ha sido corrompida, adulterada y, por lo tanto, destruida, pero ella permanecerá firme hasta el fin del mundo (Mateo 16,18; 28,20).

»"Ya se los dije y se los vuelvo a decir: permanezcan unidos en un mismo espíritu y en un mismo conocimiento de mi Palabra (Efesios 4,1ss) para que el mundo crea en mí (Juan 17, 21) y vengan a mí (Juan 3,16).

»”Les aseguro que yo estaré con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo (Mateo 28, 20b).

Juan, abriendo los ojos de la emoción y con una enorme sonrisa se queda mirando a Jesús. Jesús, separándose de su madre, se le acerca y le dice:

--Juan, mi amado discípulo. Veo que estás muy contento.

--Sí, Maestro. Es que estas tus últimas palabras me llenaron de gozo al saber que volverás muy pronto y...

--Juan, Juan. El discípulo a quien yo más amo, porque mucho amor me has demostrado. ¿Crees que en poco tiempo ustedes habrán llevado mi Palabra a todo el mundo? Les digo que para Dios mil años son como un día y un día, ante su presencia, son como mil años (2 Pedro 3,8). Les aseguro que antes de la venida del Hijo del Hombre en su gloria para juzgar a vivos y muertos, esta Palabra que es vida será escuchada en cada rincón en el que haya un ser humano. Pero, cuando venga el Hijo del Hombre ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18, 18).

Pedro, tomando nuevamente la palabra, le dice:

--Señor, entonces ¿qué debemos hacer para que tu Palabra continúe y no detenga su marcha?

--Lo que recibieron gratis, también gratis transmítanlo a otros para que en ellos continúe la obra (1 Corintios 11,23; 2 Tesalonicenses 2,15; 2 Timoteo 2,1-2). Y así, como un signo y una realidad seré Yo en ellos y ellos en Mí.

--Señor -dice uno de los Apóstoles-, según he podido entender hemos sido escogidos por ti para dar a conocer tu Palabra de salvación al mundo entero; que seremos tus representantes, pues has dicho que quienes nos escuche o no es como si a ti mismo se escuchase o no; nos has dado poder de atar y desatar con el respaldo de Dios; es decir, nos has dado una autoridad y un mandato para pastorear y cuidar tu rebaño manteniéndolo unido en la verdad hasta que vuelvas, pero como tú has dicho y he podido entender, cuando tú regreses ya habremos muerto. Entonces, esa autoridad ¿también morirá con nosotros? ¿qué debemos hacer entonces?

--Amigos míos, no se inquieten. De la misma manera que Moisés escogió a Josué para que le sucediera en el ministerio, con la imposición de manos para comunicarle su espíritu de sabiduría y autoridad, para guiar y dirigir al pueblo (Números 27,18-23), del mismo modo, cuando de entre los discípulos ustedes escojan hombres capaces de ejercer el ministerio (Hechos 14,23; Tito 1,5-9) al que los he llamado, por el Espíritu Santo, para pastorear y cuidar mí rebaño (Hechos 20,28), les impondrán las manos (Hechos 6,1-6; 13,1-3) con el mismo Espíritu con el que Moisés impuso las manos a Josué (Deuteronomio 34,9) y le comunicó el Espíritu de sabiduría y autoridad. Así quedará constituida mi Iglesia de generación en generación (1 Timoteo 4,14; 2 Timoteo 1,6; 1 Timoteo 5,22). Y así podrán identificar mí rebaño al identificar a sus legítimos pastores, sucesores directos de ustedes.

--Pero Señor --vuelve a preguntar Pedro-- si hemos de permanecer unidos como tú quieres que estemos ¿cómo debe ser esa unidad? ¿Qué signos nos indicarían que efectivamente estamos unidos conforme a tu voluntad y querer? Pues si nos mandas a predicar el Evangelio por todas partes, ello nos llevaría a cada uno de nosotros a separarnos por diferentes caminos, y además, según puedo entender por tus palabras, hemos de comunicar esta misión y autoridad a otros para que puedan continuar la obra por ti encomendada (Mateo 16, 18-19; 18, 18; Hechos 14, 23; 20, 28; Tito 1, 5).

--Lo que les he dicho, vuelvo a repetírselo, un reino dividido no puede subsistir. Del mismo modo, si mi Iglesia se divide tampoco podrá subsistir, pues la misma división traería como consecuencia que, con el correr del tiempo, cada quien enseñará lo que le pareciera ser correcto.

»Por lo que la unidad que les pido es una unidad de cuerpo y de espíritu (Efesios 4, 1-4), es decir, una unidad donde ustedes representándome a mí, cabeza de este cuerpo que es la Iglesia (Efesios 4, 15-16), harán de eslabones de una cadena que mantendrá a todo el edificio (Efesios 2, 17-22; 1 Corintios 12, 12-13; 1 Pedro 2, 3-5), la Iglesia, unida como unidas están las uvas en un mismo racimo pegadas a la vid.

»"Los signos por los que podrán identificar que efectivamente están unidos conforme y según mi voluntad y querer son el que permanezcan unidos bajo una sola y misma fe (Efesios 4, 5.13), es decir, ¿cómo podrán defender y decir que son mis discípulos si cada quien cree tener la fe auténtica, pero que uno contradiga al otro? La fe verdadera en mí es una, como yo y el Padre somos uno, de lo contrario se destruyen mutuamente y no pueden subsistir. Otro signo de unidad es el que al cumplir mi mandato de bautizar a todos los que crean en mí, ese bautismo debe ser uno e irrepetible (Efesios 4, 5). ¿Cómo pueden estar seguros de estar en mi querer y voluntad quienes cambiándose de un rebaño a otro tienen que volver a ser bautizados? El bautismo es signo de ingreso y permanencia en mi Iglesia (Juan 3, 1-8; Mateo 28, 18-20; Marcos 16, 14-16; sobre todo 1Corintios 12,13 y Gálatas 3,26-27). Por él se harán hijos de Dios y miembros de mi cuerpo, único cuerpo que es la Iglesia. Volver a ser bautizado es negar el bautismo anterior, es decir, es sentirse como si nunca se estuvo en mi Iglesia. ¿Quién puede asegurar que ahora sí pertenecen a mi Iglesia aquellos que por equívocas y erradas decisiones se han bautizado varias veces?

--Luego, entonces, quien fuere bautizado y se apartara de este camino, ¿mantendrá sobre sí el signo del bautismo? --Pregunta otro de los apóstoles.

--Ni en el cielo ni en el infierno, dicha marca jamás será borrada.

»Dichosos los que entren al Reino de los Cielos marcados con la señal de los hijos de Dios, experimentarán grandes maravillas que mi Padre les tiene reservados. Pero ¡ay! de quienes se condenen y vayan al infierno eterno con dicha marca, desearían nunca haber nacido.

»"El otro signo por el cual podrán identificar que están en la verdadera unidad en cuerpo y espíritu es si permanecen unidos en un mismo conocimiento de mis enseñanzas, de mi doctrina (Efesios 4, 13). Pues así como hay un solo Señor y Dios creador de todo cuanto existe, ha de haber un solo y mismo conocimiento de esta gran verdad que el Padre me ha encargado revelarles a ustedes. Esta Buena Nueva que les entrego para que la comuniquen por todo el mundo, es una y única, así como yo, el Cristo, el Redentor y Salvador del mundo soy uno y único. Otros muchos pretenderán ser otros yo, pero son paja destinada al fuego.

»"Recuerden, y para que no haya duda en ustedes, que se ven débiles y pobres pecadores, estén seguros que jamás les faltará las ayudas necesarias para cumplir con dicha misión. El Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes es el que les iluminará, de tal manera que jamás se equivocarán, cuando enseñen como maestros de la fe auténtica que en ustedes he depositado. Y tú, Pedro, te vuelvo a decir lo que ya te he dicho, Satanás ha pedido permiso para sacudirlos como se sacude el trigo, pero tú confirma a tus hermanos (Lucas 22, 31-32). Tú serás el signo visible de unidad y estabilidad de la fe en mi Iglesia (Mateo 16, 18-19; Juan 21, 15-17; Lucas 22, 31-32).

Y bendiciéndolos a todos y con un beso en la frente de su Madre, desaparece de en medio de ellos, dejando en sus corazones gran regocijo y consuelo.

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